#CincoEnConducta
Por: @carlomtorres
Dicen que la sonrisa es el espejo
del alma, pero en ocasiones es pertinente dejar ese espejo guardado, pues nos
podría dejar mal parados ante nuestros amigos, familia e incluso desconocidos.
Con esto no quiero decir que reír es un arma de doble filo, pero si logramos
identificar en qué espacios es adecuado hacerlo y en qué otros no, podría
llegar a convertirnos en los hombres y mujeres de éxito en cuanto a relaciones
interpersonales se trata.
Por ello, he resumido en cinco
momentos claves cuando no es recomendable soltar una carcajada o risa, sin
importar qué tan bueno sea el chiste que la persona que está a nuestro lado nos
cuente.
Durante una clase presencial: sea cual sea el temperamento del
maestro que está impartiendo la cátedra a la cual estamos asistiendo, no
podemos interrumpir su discurso con una pequeña carcajada que se nos escape
luego de ver a uno de nuestros compañeros caer de su silla, o cualquier otra
situación cómica, ya que esto indispone al tutor de la clase y vaticinaría una
racha de malas notas en lo que resta de su cátedra.
En un velorio: puede suceder que en medio de ese tipo de reuniones
tan tristes a uno de nuestros familiares le dé por recordar anécdotas jocosas
acerca del pariente fallecido, pero eso no significa que tenemos que
corresponderle a su comentario con esas risas incontrolables, porque afectaría
en lo emocional a los dolientes.
Cuando reprenden a nuestros amigos delante de nosotros: es la situación
más humillante de todas, y aún más cuando son sus padres los que a grito herido
lo hacen. Por eso, como amigos no podemos reírnos de ese instante que nos
podría resultar algo chistoso.
En medio de un acto teatral donde la comedia no es la protagonista:
algo más desatinado en la vida es olvidar que estamos sentados en un auditorio
lleno de personas de todas las edades, que guardan silencio y prestan especial
atención al acto que pagaron por ver, y de repente nos cayó un deseo
incontrolable de reír porque no entendimos el mensaje de la escena, o nos
pareció muy gracioso como danzaban o actuaban los artistas.
Reírnos de nuestros propios chistes cuando los espectadores no lo
hacen: si usted está consciente de que su repertorio de chistes no es el
mejor, y por los rostros de quienes le oyen se da cuenta de que tiene que
guardar silencio, no es recomendable soltar grandes carcajadas para motivar a
los demás a reírse de sus gracias, pues eso daría pie para comentarios
negativos que llevarían a la burla en contra suya.