jueves, 7 de enero de 2016

Momentos en los que no es apropiado reír

#CincoEnConducta


Por: @carlomtorres

Dicen que la sonrisa es el espejo del alma, pero en ocasiones es pertinente dejar ese espejo guardado, pues nos podría dejar mal parados ante nuestros amigos, familia e incluso desconocidos. Con esto no quiero decir que reír es un arma de doble filo, pero si logramos identificar en qué espacios es adecuado hacerlo y en qué otros no, podría llegar a convertirnos en los hombres y mujeres de éxito en cuanto a relaciones interpersonales se trata.   

Por ello, he resumido en cinco momentos claves cuando no es recomendable soltar una carcajada o risa, sin importar qué tan bueno sea el chiste que la persona que está a nuestro lado nos cuente.

Durante una clase presencial: sea cual sea el temperamento del maestro que está impartiendo la cátedra a la cual estamos asistiendo, no podemos interrumpir su discurso con una pequeña carcajada que se nos escape luego de ver a uno de nuestros compañeros caer de su silla, o cualquier otra situación cómica, ya que esto indispone al tutor de la clase y vaticinaría una racha de malas notas en lo que resta de su cátedra.

En un velorio: puede suceder que en medio de ese tipo de reuniones tan tristes a uno de nuestros familiares le dé por recordar anécdotas jocosas acerca del pariente fallecido, pero eso no significa que tenemos que corresponderle a su comentario con esas risas incontrolables, porque afectaría en lo emocional a los dolientes.  

Cuando reprenden a nuestros amigos delante de nosotros: es la situación más humillante de todas, y aún más cuando son sus padres los que a grito herido lo hacen. Por eso, como amigos no podemos reírnos de ese instante que nos podría resultar algo chistoso.

En medio de un acto teatral donde la comedia no es la protagonista: algo más desatinado en la vida es olvidar que estamos sentados en un auditorio lleno de personas de todas las edades, que guardan silencio y prestan especial atención al acto que pagaron por ver, y de repente nos cayó un deseo incontrolable de reír porque no entendimos el mensaje de la escena, o nos pareció muy gracioso como danzaban o actuaban los artistas.

Reírnos de nuestros propios chistes cuando los espectadores no lo hacen: si usted está consciente de que su repertorio de chistes no es el mejor, y por los rostros de quienes le oyen se da cuenta de que tiene que guardar silencio, no es recomendable soltar grandes carcajadas para motivar a los demás a reírse de sus gracias, pues eso daría pie para comentarios negativos que llevarían a la burla en contra suya.

© Carlo Escribe
Maira Gall