martes, 2 de febrero de 2016

Cinco secretos de The Mills revelados por Bako

El vocalista de la banda capitalina dejó al descubierto los mejores y peores momentos que han vivido al interior de ésta.

Fotografía tomada de internet.

Entretenimiento

Por: @carlomtorres

Cerca de cumplirse diez años de fundación de The Mills, su vocalista y líder habla de los momentos con mayor estrés en los que han descubierto lo mejor de ellos, sobresaliendo con creatividad a los obstáculos que afrontan a diario en el desarrollo de su oficio.

En su relato recordó toda la odisea que vivió con la banda en Ciudad de México, donde estuvieron a sólo minutos de no presentarse ante una audiencia que superó los cuarenta mil espectadores, en uno de los eventos musicales más importantes de ese país.



“El comelón de la banda es Ray (el bajista), pero gracias a él hemos descubierto sitios súper ricos para comer”.



“El papá del grupo soy yo. Dicen que el cantante es el peor de la banda, pero a mí me toca no fallar a ninguna entrevista. Soy el que jodo pateándoles la puerta a los demás para que se levanten. Qué pereza, pero alguien tiene que hacer esa tarea”.


“Una vez nos íbamos a presentar en el parque Simón Bolívar, en un festival de radio, en el que se encontraban unas 40 mil personas, y nuestro sonido depende en parte de la pedalera de nuestro guitarrista, porque con ese elemento él cambia los efectos que generan los sonidos característicos de The Mills; pero cuando estábamos pronto a tocar en tarima, una de las personas de logística nos pregunta por la pedalera de Geogy ya que no aparecía, y luego nos enteramos que estaba en el vehículo que nos trajo y que minutos antes se había marchado. Fue el estrés más grande que hemos vivido. Nos tocó subir así y la primera canción sonó sin pedalera y con los nervios ocasionados por la situación”.

“En el Palacio de los Deportes en México, frente a 30 mil personas, íbamos a presentarnos por tercera vez en ese país. El tráfico en Ciudad de México era pesado y nos tocaba salir del lugar donde nos hospedábamos con mucho tiempo de antelación para llegar puntuales al concierto, y a las 6:30 de la tarde el conductor nos dice que no vamos a llegar si continuamos con él, que nos falta por lo menos una hora y media, y nos dijo que la única opción era bajarnos y tomar el metro. Así lo hicimos y corrimos con todos los instrumentos y la pinta del show puesta. Llegamos 10 minutos antes de nuestro turno para subir al escenario, y de una el personal a cargo cuando nos vio nos subieron a la tarima. Allá arriba nos mirábamos unos a los otros todos perdidos por el caos que habíamos vivido, pero terminamos gozando esa experiencia”.



“Durante los días previos a nuestro último concierto del 2015 teníamos bajas expectativas respecto al tema de la venta de boletas y asistencia. Cuando llegamos al lugar del toque, nos informaron que nos esperaban cerca de 2 mil 100 fanáticos. ¡Fue sorprendente! “ 


© Carlo Escribe
Maira Gall