El vocalista de la banda capitalina dejó al descubierto los mejores
y peores momentos que han vivido al interior de ésta.
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| Fotografía tomada de internet. |
Entretenimiento
Por: @carlomtorres
Cerca de cumplirse diez años de
fundación de The Mills, su vocalista y líder habla de los momentos con mayor
estrés en los que han descubierto lo mejor de ellos, sobresaliendo con
creatividad a los obstáculos que afrontan a diario en el desarrollo de su
oficio.
En su relato recordó toda la
odisea que vivió con la banda en Ciudad de México, donde estuvieron a sólo minutos
de no presentarse ante una audiencia que superó los cuarenta mil espectadores,
en uno de los eventos musicales más importantes de ese país.
“El comelón de la banda es Ray (el
bajista), pero gracias a él hemos descubierto sitios súper ricos para comer”.
“El papá del grupo soy yo. Dicen
que el cantante es el peor de la banda, pero a mí me toca no fallar a ninguna
entrevista. Soy el que jodo pateándoles la puerta a los demás para que se levanten.
Qué pereza, pero alguien tiene que hacer esa tarea”.
“Una vez nos íbamos a presentar
en el parque Simón Bolívar, en un festival de radio, en el que se encontraban
unas 40 mil personas, y nuestro sonido depende en parte de la pedalera de
nuestro guitarrista, porque con ese elemento él cambia los efectos que generan
los sonidos característicos de The Mills; pero cuando estábamos pronto a tocar
en tarima, una de las personas de logística nos pregunta por la pedalera de Geogy
ya que no aparecía, y luego nos enteramos que estaba en el vehículo que nos
trajo y que minutos antes se había marchado. Fue el estrés más grande que hemos
vivido. Nos tocó subir así y la primera canción sonó sin pedalera y con los
nervios ocasionados por la situación”.
“En el Palacio de los Deportes en
México, frente a 30 mil personas, íbamos a presentarnos por tercera vez en ese
país. El tráfico en Ciudad de México era pesado y nos tocaba salir del lugar
donde nos hospedábamos con mucho tiempo de antelación para llegar puntuales al
concierto, y a las 6:30 de la tarde el conductor nos dice que no vamos a llegar
si continuamos con él, que nos falta por lo menos una hora y media, y nos dijo
que la única opción era bajarnos y tomar el metro. Así lo hicimos y corrimos
con todos los instrumentos y la pinta del show puesta. Llegamos 10 minutos
antes de nuestro turno para subir al escenario, y de una el personal a cargo
cuando nos vio nos subieron a la tarima. Allá arriba nos mirábamos unos a los
otros todos perdidos por el caos que habíamos vivido, pero terminamos gozando
esa experiencia”.
“Durante los días previos a
nuestro último concierto del 2015 teníamos bajas expectativas respecto al tema
de la venta de boletas y asistencia. Cuando llegamos al lugar del toque, nos
informaron que nos esperaban cerca de 2 mil 100 fanáticos. ¡Fue sorprendente! “





