Por: @carlomtorres
Todos los seres humanos estamos
expuestos diariamente al fracaso, y con ello a momentos de tristeza que sólo
podrán ser superados si nos aferramos a Dios, a nuestra familia y/o amigos
incondicionales.
Sin embargo, hay personas que
optan por salir de ese estado emocional aplicando ciertos métodos que han
escuchado en alguna parte, y que pueden servirles, como existen otras personas
a las que no, y pueden convertirse en un dolor de cabeza a corto plazo.
Por tal razón, he realizado este
listado de cinco cosas que a mi parecer no debemos hacer cuando estamos
tristes, y menos en el afán por sentirnos felices.
Llamar a tu ex pareja. ¿Qué piensas? ¿Qué tu amor del pasado te
dirá que precisamente hoy te devolverá la alegría que perdiste al ser
traicionado(a) por ella/él, pidiéndote perdón por todo el daño causado, y que
además pensó bien las cosas y quiere regresar contigo, formar familia y comer
perdices? ¡Nooo! ¡Eso nunca! Pao, pao en esa mano cuando veas un celular cerca.
Hacer aseo. Sé que los especialistas dicen que el hacer ejercicio
libera las llamadas “hormonas de la felicidad”, que no son más que otra cosa
que las famosas endorfinas, cuya función es reducir los niveles de dolor físico
y la ansiedad. También controlan el apetito y hasta producen deseo sexual, pero
no creo que sacudir las sábanas malolientes de tus hermanos pequeños, barrer
los dos niveles de tu casa y limpiar el bizcocho del inodoro sean la mejor
forma de producir las dichosas endorfinas.
Ver películas de comienzos de los ochentas. Si algo ayuda a que la
tristeza nos embargue por completo es recordar el pasado, y más si fue bueno y
prometedor; a menos que la película que estés viendo sea Grease (Brillantina),
y que en medio de ella te levantes a brincar sobre la cama y copiar sus
coreografías.
Tomar autofotos. Lo último que deseo cuando estoy con el ánimo bajo
es mirarme al espejo o en una captura de celular con mi rostro en su peor
presentación; y si en medio del desparche la publicas, eso calificaría como un
verdadero suicidio social.
Revisar los perfiles de tus amigos en redes sociales. En los
momentos de tristeza y aburrimiento somos tan de buenas que, al ingresar a
Facebook o Instagram, lo primero que encontramos en el historial de publicaciones
es una serie de imágenes de nuestros amigos disfrutando de un viaje en yate por
las paradisiacas playas de Miami, o comiéndose un chipi chipi en el Rodadero de
Santa Marta, e inclusive compartiendo una selfie con Beyoncé en el concierto
que no pudiste ir por falta de dinero.