domingo, 30 de abril de 2017

Venezuela tiene hambre, y el mundo lo sabe

Fotografía tomada del usuario en Twitter @ActualidadRT

¡No más, brother! ¡No más!

Entre lágrimas y gritos quebrantados por el dolor que experimentaba en todo su cuerpo a causa de los perdigones y gases lacrimógenos que la Guardia Nacional en Venezuela, le lanzaron sin piedad durante más de 60 segundos a Hans Gerhard Wuerich Larios, un joven periodista de 28 años, quien desnudo y con la biblia en mano pedía de manera reiterativa que detuvieran los ataques contra mujeres y jóvenes que, el pasado 20 de abril salieron a las calles de Caracas a solicitar con coraje y valentía el retorno de aquella patria gestada por el “Libertador” Simón Bolívar, se convirtió en el símbolo más visible en los últimos días del hambre que tiene Venezuela por ser legislada con justica y equidad para todos.

Un acto de patriotismo que, con lo influyentes que son los medios alternativos de comunicación en la sociedad actual, el mensaje de Wuerich se propagó sin filtro alguno hasta territorios que por su distancia y problemas propios desconocían de la situación en ese país.

“La impotencia me llevó a todo esto; me hizo olvidar el peligro de que me mataran, me cogieran preso. No les consulté a mis familiares, ni a mis amigos. En este problema me metí solo y ahora todo el mundo sabe (…) No me importó si me mataban, quería hacer sentir ante el mundo la tragedia humanitaria que se vive acá”, explicó Hans en diálogo con Caracol Radio, días posteriores al hecho que seguramente se alojará en la memoria colectiva de sus compatriotas.


Una batalla que por desgracia no pudo concluir Juan Pablo Pernalete, un estudiante universitario de 20 años y promesa del baloncesto, quien en medio de una concentración en la localidad de Altamira, al este de Caracas, fue impactado en el pecho por una bomba lacrimógena lanzada por la fuerza militar que estaba impidiendo el tránsito de manifestantes hacia el centro de la capital del país.

Su legado como hijo, deportista, y alumno destacado fue expuesto en una solemne ceremonia que todos sus allegados y simpatizantes en la lucha, le realizaron en la zona donde fue visto por última vez con vida.

“Hoy queremos decirles a todos que, a pesar de que haya miedo, a pesar de que haya tristeza, de que haya sufrimiento, la mejor manera de honrar a Juan Pablo y a todos los caídos es con más fuerza, con más valentía. Es saliendo a las calles de manera pacífica como lo quería Juan Pablo”, expresó uno de sus compañeros de clase en el homenaje póstumo que se llevó a cabo el pasado 27 de abril en horas de la tarde.


Junto a esta lamentable pérdida, se habla de 27 personas más que resultaron muertas tras los enfrentamientos con la Guardia Nacional durante las distintas manifestaciones que se desarrollaron en ese mismo mes, y de las cuales aún no se han individualizado a sus victimarios, porque según el Presidente de la República Bolivariana, la oposición es la que debe responder por, supuestamente, “incitar” a las protestas y actos de vandalismo en toda la nación, y que éste contrarrestará militarizando a la ciudadanía que se ha declarado fiel seguidora del nuevo Chavismo; ese que erradicó en su totalidad los programas de vivienda gratis para comunidades vulnerables que, el desaparecido Comandante Hugo Chávez instituyó; acusaciones sobre la suspensión de la financiación de brigadas internacionales de salud, retención y explotación laboral del personal médico proveniente de Cuba o, el cierre de fronteras que terminó en desabastecimiento de víveres, enceres e insumos médicos.

De este último, la Human Right Watch indicó que desde noviembre de 2015 cuando enviaron investigadores para conocer la emergencia del sector salud, pudo conocer varios casos en los cuales familias de clase media debían recorrer hospital por hospital, droguería por droguería para encontrar productos tan básicos como jeringas, catéteres, antibióticos y otros medicamentos que, se espera que un centro de salud promedio cuente para la atención prioritaria de sus pacientes.

“El sistema de salud de Venezuela, que durante mucho tiempo fue motivo de orgullo para el gobierno, atraviesa una profunda crisis. Miles de pacientes no pueden recibir tratamientos médicos esenciales, y miles más están en lista de espera para someterse a cirugías que podrían ser vitales, debido a que los médicos no tienen los elementos necesarios para operar”, señaló Diederik Lohman, Director de la división de Salud y Derechos Humanos de la Human Right Watch, en un informe realizado para el sitio web de la organización.



Y como si no fuera suficiente para esta población, un reportero gráfico de la BBC alertó a la comunidad internacional, en febrero del año en curso, que la crisis en el país vecino había permeado hasta los comedores de miles de venezolanos, orillando a unos cuantos a buscar entre la basura de restaurantes, almacenes de cadena, y unidades residenciales un bocado para ofrecerle a sus hijos; mientras que otros, con mucho sacrificio cruzan la frontera con Colombia desde el estado de Zulia para comprar harina, legumbres y endulzantes para compartir el hambre con más de cuatro miembros por familia.

Otro grupo personas, compuestos por madres y padres cabeza de hogar, prefieren hacer largas filas a las afueras de supermercados locales para obtener productos básicos de la canasta familiar, sin importar si son racionados. Y en los casos más agudos, se han registrado saqueos a camiones que transportan granos como el arroz.

En un ejercicio periodístico que la reportera de Noticias Caracol, Beatriz Adrián, llevó a cabo en marzo pasado al recorrer las calles más concurridas de Venezuela en busca de percepciones sobre la emergencia alimenticia, logró captar la cruda imagen de una madre joven con su bebé de brazos hurgando en bolsas de la basura por algo útil que sirviera para ofrecerle a su pequeña, y para consumo propio, pues se encontraba en etapa de lactancia.

“- ¿Qué estás buscando en la basura? – Cueritos de pollo. Los pongo a cocinar como chicharrón para sacar de ahí el aceite, y ese mismo chicharrón me sirve para acompañar con un poquito de arroz o arepa de pan”, respondió con tristeza en su rostro, Adriana Sánchez, mientras su hija con el dedo en la boca observaba a otros menores correr tras el camión de la basura, que pasó en el momento que se realizaba la entrevista televisada.

Fotografía tomada del usuario en Twitter @Josejcova

Entendiendo esta crisis a través de cifras, el diputado Omar González, compartió con la opinión pública la denuncia que hizo meses atrás sobre la muerte de diez bebés a causa de la desnutrición en los estados de Anzoátegui y Bolívar. Por su parte, el Observatorio Venezolano de la Salud y la médica Maritza Landaeta alertaron a organismos internacionales al aseverar que, la desnutrición en su país está afectando al 52% de los niños menores de cinco años, quienes están expuestos a desarrollar retrasos y daños irreversibles en su condición humana.

¿Hasta cuándo se volverá a gozar del respeto por los derechos humanos y la nutrida pluralidad política que debe gozar un territorio como Venezuela? Son los interrogantes que muchos se hacen, pero pocas respuestas se tienen al respecto, porque Nicolás Maduro, su actual legislador, no reconoce la realidad de su patria con el argumento de que todo se trata de un montaje de la prensa con bajo la dirección de la oposición.

Un argumento que también respalda el Defensor del Pueblo, Tarek William Saab, quien aparentemente se niega a recibir en su oficina a quienes acuden con la intensión de denunciar los vejámenes a los que han sido sometidos por las fuerzas militares; que se niega a escuchar el llanto de los niños que sufren por desnutrición; que se niega a entablar acciones que aseguren la óptima prestación del servicio de salud en centros hospitalarios de tercer nivel, o atender al clamor de los hijos del líder opositor Leopoldo López, quienes alegan al igual que su progenitora la violación a su legítimo derecho, de pasar al menos unos segundos con él en la cárcel de Ramo Verde.     

¡Dios salve a Venezuela!

© Carlo Escribe
Maira Gall