La última semana de julio de cada
año solía sentarme frente a la televisión de mi casa y sintonizar la
transmisión en vivo de la feria de diseño textil y confección más grande de Latinoamérica:
Colombia moda.
Era una costumbre que me negaba a
abandonar porque desde pequeño me ha gustado la moda, es decir, aprender a
mezclar colores, identificar tendencias de ropa masculina, y apreciar la
creatividad e ingenio de los desfiles de diseñadores aclamados.
Sin darme cuenta, en cada edición
de esa feria, en mi corazón crecía un sentimiento muy fuerte de querer estar allá,
en primera fila, presenciando las colecciones, viendo a las modelos y
celebridades, haciendo amistad con periodistas internacionales, y consiguiendo los
contactos de editores de revistas.
Lo soñé, lo anhelé con todo mi
corazón, y trabajé para ello.
Este año, recibí la grana noticia
de que había recibido la acreditación para asistir a la feria en calidad de
periodista, y viajar después de tanto tiempo a Medellín, la sede principal y
única de este espectacular evento.
Fueron nueve horas de viaje en
bus, acompañadas de mareo, ganas de vomitar y un calor insoportable. Sin
embargo, todo valió la pena, porque desde el primer día de la feria quedé
deslumbrado con la organización de los desfiles, la cantidad de asistentes con atuendos
alocados, y otros a la moda.
No sabía a dónde mirar, pues todo
era nuevo para mí. Los camarógrafos corrían de un lado para otro con el objetivo
de captar las mejores imágenes las exhibiciones de joyería, calzado y
vestuario, además de perseguir a las actrices y cantantes que arribaron al
centro de convenciones Plaza Mayor.
Al ingresar a cada pabellón donde
se llevaron a cabo las pasarelas, sentía un poco de nervios por lo que estaría
a punto de presenciar, pero luego esos miedos se fueron tan lejos que todo fue
diversión y alegría.
En el primer desfile tuve la
oportunidad de ver cantar a Andrés Cepeda, luego fui testigo de un gran
despliegue de imaginación impresa en colecciones muy románticas, vanguardistas
y otras futuristas.
Aprendí un poco más de la
industria de la moda, y cumplí con mi cometido de hacer amistades del medio, y
conseguir el correo electrónico de algunos editores de revistas para pedirles
trabajo (risas).
También recuerdo que, horas antes
de iniciar las actividades de la feria, solía tomar un tiempo para mí, y
recorrí la ciudad de Medellín, sus parques, sus calles, dialogué con su gente y
degusté sus platos más típicos.
Algo que puedo destacar con gran
asombro de esta experiencia fue, que en un par de ocasiones el personal a cargo
de la logística me invitó a sentarme en primera fila, como lo hacen los famosos
y blogueros de moda.
Todo fue alegría, agradecimiento
y alimentar la ilusión de trabajar algún día en esta industria que mueve en
gran manera la economía del mundo.
Un día soñé, y al otro lo alcancé.